Qué dice la OMS sobre el uso medicinal del cannabis

La Organización Mundial de la Salud tuvo durante años una postura restrictiva sobre el cannabis. Sin embargo, en los últimos tiempos reconoció su potencial terapéutico. En esta nota repasamos qué dice oficialmente y por qué eso marcó un antes y un después. 🌳

Durante gran parte del siglo XX, el cannabis fue ubicado en la lista de sustancias peligrosas, sin valor medicinal y con alto riesgo de abuso. Esta clasificación, promovida por organismos internacionales como la ONU y la OMS, tuvo consecuencias enormes en las políticas de salud de todo el mundo.

Pero en los últimos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzó a revisar su postura, a partir de nuevas evidencias científicas y presión de países, médicos y organizaciones de pacientes.

¿El resultado? Un cambio histórico: por primera vez, se reconoció que el cannabis tiene usos médicos válidos y se recomendó reclasificarlo.


📜 Un poco de historia: del estigma al reconocimiento

En 1961, la Convención Única sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas colocó al cannabis en la Lista IV: la más restrictiva, junto a drogas como la heroína. Esa clasificación fue sostenida durante décadas, limitando la investigación y criminalizando a millones de personas.

Recién en 2019, la OMS propuso una serie de recomendaciones para actualizar esa visión:

  1. Eliminar al cannabis de la Lista IV, reconociendo su uso medicinal.
  2. Clasificar al CBD (cannabidiol) como sustancia no fiscalizada ni peligrosa.
  3. Aclarar que los preparados farmacéuticos con THC bajo y estandarizado no deben estar sujetos a controles excesivos.

Estas recomendaciones fueron debatidas y finalmente, en diciembre de 2020, la Comisión de Estupefacientes de la ONU (CND) aprobó la primera de ellas, sacando oficialmente al cannabis de la Lista IV.


✅ ¿Qué significa esto en la práctica?

  • Reconocimiento internacional del valor terapéutico del cannabis.
  • Facilitación de la investigación científica en países que siguen lineamientos de la OMS/ONU.
  • Mayor legitimidad para que los Estados desarrollen marcos regulatorios propios.
  • Un respaldo simbólico para quienes lucharon durante décadas contra la criminalización del uso medicinal.

Aunque no implica legalización automática, este cambio rompe el mito de que el cannabis “no tiene valor médico”, un argumento que se usaba para bloquear leyes o rechazar tratamientos.


🧪 ¿En qué casos reconoce la OMS su uso?

En su informe de 2018, el Comité de Expertos en Farmacodependencia (ECDD) de la OMS reconoció evidencia (en diferentes niveles) sobre el uso del cannabis o sus compuestos en:

  • Epilepsia refractaria (especialmente en niños)
  • Dolor crónico y neuropático
  • Espasticidad en esclerosis múltiple
  • Náuseas y vómitos por quimioterapia
  • Pérdida de apetito asociada al VIH/SIDA
  • Ansiedad y trastornos del sueño (en investigación)

Además, señaló que el CBD puro no presenta riesgo de abuso ni dependencia, y por tanto no debería ser fiscalizado como una droga.


🌍 Impacto global (y en Argentina)

El cambio en la postura de la OMS fue clave para que muchos países (entre ellos, Argentina) avanzaran en leyes de acceso, regulación del autocultivo y producción pública o privada. También facilitó que los médicos se animaran a prescribir, sabiendo que contaban con respaldo institucional.

Hoy, más de 50 países reconocen el cannabis medicinal, y las investigaciones se multiplican en universidades y laboratorios de todo el mundo.


🌿 Un paso importante, pero no el final

Aunque la OMS dio un paso clave, todavía hay resistencias, burocracia y desinformación. La mayoría de los preparados a base de cannabis siguen sin estar en la lista de medicamentos esenciales. Y muchos países siguen criminalizando incluso el uso terapéutico.

Por eso, seguir exigiendo regulación clara, acceso equitativo y educación profesional es fundamental. El respaldo internacional es importante, pero no reemplaza las políticas locales con enfoque de derechos.


🌳 El cannabis ya no es una “droga peligrosa sin valor médico”. Hoy, gracias a la evidencia y a la presión de los pueblos, también es salud reconocida por organismos globales.

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